Peshawari naan

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Peshawari naan-1 

Menudo viajecito nos hemos podido dar este mes con un pan debajo del brazo, y todo gracias a la propuesta hecha por Clara y Virginia para su reto panarra en Bake the World. ¿Y dónde nos hemos ido? La verdad es que no hay un destino fijo porque el pan naan es de consumo extendido por todo el Extremo Oriente.

El pan naan es un pan plano que podemos encontrar en países como India, donde tiene sus orígenes,  Afganistán, Irán, Pakistán, Uzbekistán, Bangladesh o Tajizkistán. Se cuece en un horno de arcilla, llamado tandoor, que se entierra bajo tierra, a temperaturas desorbitadamente altas, lo cual hace que el pan se cueza en tan solo un par de minutos, adquiriendo la textura propia de un pan naan: crujiente por fuera y tierno en su interior. De forma aplastada, ovalada, o en forma de lágrima, con burbujas de aire irregulares que se forman durante la cocción del pan.

Es costumbre tomarlo acompañando un desayuno o una comida y rasgarlo con la misma mano, ayudándote de él para tomar tu comida, esa comida especiada y aromatizada con las ricas especias tan propias de estas tierras, y que a mi personalmente, me encantan. Mejor tomarlo caliente, o como poco, templado. ¡Cómo nos gusta comer el pan recién salido del horno! :)

Muchos son los tipos de naan que podemos encontrar de un extremo a otro de este interesante lado del mundo. Desde simplemente planos a aromatizados con ajo o especias, rellenos de carne, de queso, de frutos secos. De entre todos ellos, elegí hacer un Peshawari naan, oriundo de la región de Peshawar, en Afganistán, y rellenarlo con frutos secos. ¡Fue todo un acierto! Os prometo que así fue. Desde el mismo momento en el que comienza a dorarse en el horno y el olor del hinojo comienza a inundar toda la casa, hasta la última miguita que quedó en la bandeja.

Ante la pregunta a mis comensales de "¿Queréis que lo vuelva a hacer?", la respuesta fue una unánime exclamación: "¡Síííííííí!"

En este Peshawari naan se funde en el relleno el sabor de frutos secos como la almendra y el pistacho, la fruta deshidratada como el albaricoque y el coco, y el inconfundible aroma de las semillas de hinojo.

Algo que me ha llamado muchísimo la atención es que en su elaboración interviene el ghee. ¿Y qué es el ghee? Pues se trata de mantequilla clarificada. Aunque yo no clarifiqué la mantequilla por cuestión de ser práctica con mi tiempo, simplemente derretí la mantequilla. Para clarificar mantequilla, debéis ponerla en un cazo a fuego muy lento, no permitiendo que hierva, y retirar la espuma de color blanco que va subiendo poco a poco a la superficie. Esta espuma no son más que las impurezas de la leche de vaca. Esta operación lleva un rato largo, de ahí que no lo pusiera en práctica. Según he podido averiguar, este producto no es de uso exclusivo en la cocina, sino que por sus propiedades es excelente como hidratante para la piel. ¡Realmente sorprendente!

Ahora sí, vamos a la receta.

Relleno peshawari naan 

Ingredientes (Para 3 Peshawari naan)

Para la masa
  • 250 gr de harina de fuerza
  • 1 cdta de levadura deshidratada o 6 gr de levadura fresca
  • 75 ml de agua tibia
  • 50 ml de yogurt natural sin azucarar
  • 1/2 cdta de sal de mesa
  • 1/2 cdta de azúcar blanquilla
  • 50 gr de ghee o mantequilla derretida
  • Almendra en láminas para decorar 
Para el relleno
  • 1 cda de albaricoques deshidratados cortados en daditos muy pequeños
  • 1 cda de pistachos sin sal pelados
  • 1 cda de almendra en granillo
  • 1 cda de coco rallado
  • 1 cda de semillas de hinojo
  • 1/2 cda de azúcar blanquilla



Peshawari_naan_collage

Elaboración
  1. En un cuenco mezclamos los ingredientes secos: harina, levadura, sal y azúcar. Hacemos un hueco en el centro, a modo de volcán, y vertemos los ingredientes líquidos: el yogur, el agua y la mantequilla. Mezclamos con las manos con movimientos circulares y dejando caer los ingredientes secos en los líquidos a medida que vamos amasando. Una vez mezclados todos los ingredientes, amasamos durante cinco minutos hasta que quede una masa fina y homogénea. Reservamos en un recipiente hondo, lo tapamos con una bolsa de plástico y reservamos en un lugar alejado de corrientes  durante una hora o hasta que doble su volumen.
  2. Para el relleno, en un robot trituramos todos los ingredientes. En la thermomix 31 trituramos durante 20 segundos en velocidad progresiva 5-8. Ha de quedar una textura fina. Podéis ver el resultado en una de las fotografías.  Reservamos.
  3. Una vez que la masa haya levado, precalentamos el horno a 240ºC, con calor superior. Forramos una bandeja de horno con papel vegetal y reservamos.
  4. Amasamos para desgasificar y dividimos la masa en tres porciones de igual peso. Le damos forma de bola a cada una de ellas y con un rodillo la extendemos hasta lograr un diámetro de aproximadamente 12 centímetros (imagen 1). Es una masa seca. Para poder extenderla con más facilidad, os recomiendo ir girando la masa en tramos de 30º a medida que la extendéis y entonces, voltearla y repetir la misma operación por el reverso de la masa. 
  5. Extendemos una parte del relleno sobre la masa extendida (imagen 2), humedecemos los bordes de la masa y a continuación levantamos los bordes haciendo como si frunciéramos la masa (imagen 3) y haciéndola coincidir por esos pliegues. Aplastamos ligeramente con las manos y pasamos el rodillo por encima de nuevo (imagen 4), por un lado y por el otro, hasta darle forma ovalada o de lágrima (imagen 5).
  6. Disponemos los panes en la bandeja de horno y colocamos esta en la última altura superior del horno. Horneamos unos 6 o 7 minutos o hasta que el pan comience a inflarse y a dorarse ligeramente.
  7. Una vez fuera del horno, barnizamos cada pan con mantequilla derretida solo por una cara y espolvoreamos almendra laminada por encima.
Consejos
  • Si la masa quedara seca al amasar, añadid un poco de agua a gotitas. La cantidad de agua que pedía la receta era mayor (100 ml) pero yo no llegué a añadírsela.
  • Si hacéis estos panes y necesitáis recalentarlos, humedeced una lámina de papel vegetal, escurrid bien el exceso de agua, y envolved los panes en el papel. Los horneamos durante unos diez minutos. Así podréis disfrutar de ellos siempre calentitos. 
  • El aspecto de estos panes cocinados en una sartén es algo diferente, puesto que el horno los dora casi uniformemente, mientras que la sartén consigue que sean las burbujas que se van formando las que adquieran un tono más dorado que el resto de la masa.
¿Qué os ha parecido el viajecito? 


Fuente: Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas y panes dulces y salados, de la editorial Blume, con alguna modificación.


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Tartar de salmón

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Tartar de salmón_1

Hace unos cuantos meses que me estrené en el mundo del tartar de pescado, y todo ello se lo debo a Cósima. Hace ya unos cuantos meses, o más bien, cerca de un año, pude ser partícipe de una comida que organizó en su casa y entre los platos que degustamos se encontraba un tartar de langostinos, y un tartar de salmón. Ambos dos me sorprendieron muy, pero que muy gratamente. Semanas más tarde preparé en casa el tartar de langostinos, pero no tuvo mucho éxito. No nos engañemos: no es fácil engatusar a los comensales diciendo que van a comer un pescado crudo, y mayormente porque por todos es sabido el fuerte olor del pescado, o de algunos pescados, y ese es, en mi opinión, el detonante number one para que surjan reacios más que amigos del tartar.

Recuerdo cuando siendo niña, la cara retorcida que se me ponía cuando veía a mi madre terminar de limpiar el pescado y llevarse a la boca sardinas o boquerones crudos. Hoy en día le echaría una buena regañina por hacerlo, porque ya sabemos cómo se las gasta el anisakis en este tipo de pescado. Pero también es verdad que mi madre me devolvería a mi la regañina al verme comer pescado crudo, algo totalmente inimaginable por ella por aquel entonces. Pero cambiamos. Y con nosotros, también, los gustos. Y en el caso del salmón crudo he de confesar que me encanta.

No hay ningún misterio en la elaboración de un tartar de salmón. Con esta receta no os descubro nada nuevo, seguro que no. Pero me apetecía enormemente que formara parte de mi colección de recetas, y por supuesto, haceros a vosotros partícipes de ella. Lo más novedoso es la incorporación de unos granos de granada que en mi opinión le va que ni pintado.

Tartar de salmón_2 

  Ingredientes (Para 2 personas)
  • 300 gramos de salmón (mejor un lomo)
  • 1 pepinillo en vinagre grande escurrido
  • 2 cdas de alcaparras escurridas
  • 2 cdas de granos de granada
  • 1 cda de zumo de lima
  • 2 cdas de aceite de oliva virgen extra
  • Ralladura de media lima
  • 1 cdta de mostaza
  • Una pizquita chiquitita de wasabi, o en su lugar Tabasco
  • Sal
Elaboración
  1. Lavamos el lomo del salmón. A falta de lomo, lo que yo hago es pedirle al pescadero que corte una rodaja de salmón gruesa para abrirla por la mitad, quitarle la piel, la espina central y sacar dos mitades a especie de lomos. Lo secamos con papel de cocina y lo cortamos en tiras de medio centímetro de grosor, y estas a su vez en taquitos pequeños, procurando hacer cortes limpios, sin rasgar la carne, y lo disponemos en un bol.
  2. Cortamos el pepinillo en una brunoise finita y lo añadimos al salmón.
  3. Incorporamos las alcaparras. 
  4. Para extraer los granos de la granada más fácilmente, hacemos rodar la granada sobre una superficie, la cortamos por la mitad y hacemos de cada mitad como si quisiéramos darle la vuelta para presionar y hacer que los granos se desprendan. Añadimos los granos al salmón.
  5. Para hacer el aliño mezclamos una parte del zumo de lima con el aceite, la mostaza, la mitad de la ralladura y sal al gusto. Aunque os doy cantidades justas para el aliño, cada cual ha de adaptarlos a su propio gusto. Por eso es recomendable ir añadiendo pequeñas cantidades e ir rectificando sobre la marcha según prefiramos que predomine más o menos el sabor de la lima o de la mostaza. 
  6. Incorporamos algo más de la mitad del aliño al salmón, mezclamos bien, tapamos con film transparente y reservamos en la nevera como mínimo una hora.
  7. Para servir nos ayudamos de un aro de emplatar, que rellenaremos con el tartar de salmón. Dibujamos un hilo con el resto del aliño alrededor del tartar, espolvoreamos con el resto de la lima y esparcimos unos granos de granada alrededor y por encima.


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Pastelitos de langostinos y Pfeffernüsse de chocolate

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Una vez más que me he lanzado a la piscina con el reto Tía Alia haciendo las dos recetas propuestas para abrir el año 2014, y con el frío que hace podía haberme quedado como una estatua de hielo, o haberme dado un buen porrazo contra el fondo, je je je.

De principio pensé en hacer los pastelitos de langostinos por eso del aire festivo que destilaban, y tan apropiados para las fiestas navideñas. ¡Y los hice! Pero precisamente por encontrarlos taaaan sencillos, quise mojarme, liarme la manta a la cabeza y hacer la receta dulce, que por cierto, no prometía salir a la primera porque incongruencias, a mi parecer, había unas cuantas: sumando fracciones de libra de manteca y mantequilla me salía una cantidad de grasa muy superior a la de harina, con lo cual, ¿qué tipo de masa podría salir de aquello? Desde luego, nada digno de ser amasado. ¿Y azúcar? ¿Tres veces más que harina? ¿A qué experimento azucarado tendría que enfrentarme? Y una vez conseguida la masa, se hacían bollitos y al horno, pero … ¿a qué temperatura? ¡Son las recetas de la tía Alia! Pero como reto que suponen, una no podía resignarse. No. 

Menos mal que Carmen nos echó un capote y nos sopló que las Cleokoladen Pfefferiusse de Tía Alia tenían primos hermanos por Alemania y Holanda y se presentaban en sociedad como Pfeffernüsse. Ella ya nos anticipó que son un dulce típico de estas fiestas navideñas por aquellas tierras. Investigué sobre estas galletas aromatizadas con especias, y muy especialmente con pimienta - de ahí lo de pfeffer.  Las cantidades de los ingredientes empleados en mis galletas no se rigen ni por lo encontrado en internet, ni por los ingredientes de la receta de la tía Alia, si no por el buen hacer que dictó mi sensatez de acuerdo a mi experiencia. Y eso que partía de la base de que una libra de peso equivalía a 450 gramos, según las anotaciones que la propia tía Alia tenía en su recetario. Lo que yo he obtenido son unas galletas de dos sabores: unas con chocolate y otras sin él. Y me queda la duda de si el resultado de esta receta son unas galletas o un dulce más parecido a unas pastas de té. 

Y cerrando la introducción os contaré que tanto la receta salada como la dulce nos ha gustado mucho. En la salada se agradece el dulzor del huevo hilado, un ingrediente con el que no cuenta la receta original. Y en la receta dulce, el toque de las especias, con las que tampoco cuenta originariamente, y especialmente el de la pimienta en la versión del chocolate, le queda muy, muy bien.

¿Y cómo habrá superado el reto la anfitriona, Carmen? ¿Y qué habrán logrado el resto de los participantes? Todo, todito, lo podréis ver aquí. ¡Empieza la segunda entrega de la diversión!

No me enrollo más, y vamos a por la propuesta salada:

Pastelitos de langostinos

Pastelitos de langostinos_1 

Ni más ni menos que unos vol-au-vent de hojaldre, siempre tan festivos y versátiles.


Ingredientes (Para 6 vol-au-vents)
  • 6 vol-au-vents de tamaño mediano
  • 9 langostinos
  • Un chorrito de brandy
  • 1/4 de vaso de agua con agua
  • 1 huevo tamaño "L"
  • 1 diente de ajo
  • 4 anchoas
  • 1/2 cda de harina de trigo
  • 1/2 vaso de agua con leche
  • Aceite de oliva
  • Huevo hilado (opcional, pero muy agradecido)
  • Cebollino para decorar
Elaboración
  1. Cocemos el huevo siguiendo este eco-truco. Una vez cocido lo dejamos enfriar y para pelarlo más fácilmente es aconsejable hacerlo estando muy frío. Separamos la clara de la yema. Picamos la clara muy, muy finamente, y desmenuzamos la yema con los dedos. Reservamos ambas por separado.
  2. Preparamos un concentrado de langostinos. Lavamos los langostinos y les despojamos de su cabeza, de las patas y de las carcazas. Dejamos el extremo final del cuerpo de seis de los langostinos para que queden más vistosos a la hora de decorar los vol-au-vents. En un cazo ponemos una cucharadita de aceite a calentar y sofreímos esos restos a fuego fuerte, aplastando las cabezas con una cuchara de madera para extraer sus jugos. Cuando comiencen a ponerse de color naranja, añadimos el chorrito de brandy, dejamos evaporar el alcohol, añadimos un cuarto de un vaso de agua y dejamos que reduzca hasta 1/3 de su volumen original. Colamos y reservamos.
  3. En una sartén pequeña ponemos una cucharadita de aceite y sofreímos a fuego muy fuerte los nueve langostinos. Salamos al final y retiramos a un plato. Dejamos enfriar y entonces picamos muy, muy finamente los tres langostinos sin los extremos de los cuerpos.
  4. En  un mortero machacamos el diente de ajo y las anchoas picaditas. Reservamos
  5. Para preparar la crema que nos servirá para rellenar los vol-au-vents, ponemos una cucharadita de aceite a calentar en la misma sartén en la que salteamos los langostinos. Una vez caliente añadimos la harina y removemos rápidamente para que no se formen grumos. Tostamos la harina y vertemos el medio vaso de leche poco a poco. Llevamos a ebullición y entonces añadimos la yema de huevo, que aplastaremos con una cuchara. Seguidamente, el majado de ajo y anchoas y el concentrado de langostinos, junto con los langostinos y la clara de huevo picaditos. Removemos y dejamos que espese a fuego medio-bajo. La crema estará lista cuando al removerla comience a despegarse de las paredes de la sartén. Dejamos enfriar. Una vez fría, la metemos en una manga pastelera para poder rellenar más fácilmente los vol-au-vents
  6. Rellenamos cada hojaldre con una parte de la crema, procurando que sobresalga un poquito. En el medio insertamos un langostino por la parte del tronco, y servimos con huevo hilado alrededor,  junto con un poquito de cebollino picado. 

Cleokoladen Pfefferiusse


Pfeffernüsse de chocolate_1



Ingredientes (Para 20 galletas)

  • 150 gr de harina de trigo
  • 60 gr de mantequilla 
  • 60 gr de manteca blanca (de cerdo)
  • 110 gr de azúcar blanquilla
  • 1/2 cdta de levadura química
  • 1 cdta de chocolate en polvo sin azúcar
  • 5 vainas de semillas de cardamomo machacadas en un mortero
  • 1/2 cdta de mezcla de especias
  • 1/4 cdta de pimienta molida
Elaboración
  1. En un recipiente ponemos la harina, la mantequilla, la manteca y el azúcar y mezclamos los ingredientes frontando unos con otros con las manos para formar una especie de migas.
  2. Añadimos las especias y la levadura y amasamos bien. Separamos la masa en dos mitades y a una de ellas le añadimos el cacao en polvo. Mezclamos. Hacemos una bola con cada mitad, las envolvemos en film transparente y las guardamos en la nevera el máximo tiempo posible. Cuando más fría esté la masa en el momento de manipularla, menor riesgo correremos de que las galletas se extiendan demasiado en el horno, entre dos y tres horas.
  3. Precalentamos el horno a 175º. Forramos una bandeja de horno con papel vegetal. Formamos bolitas del tamaño de una nuez y las colocamos en la bandeja, dejando un espacio de unos cuatro centímetros entre cada bolita. Horneamos unos 15 minutos o hasta que los bordes de las galletas comiencen a dorarse. Sacamos del horno y dejamos templar, retirándolas a una rejilla para que se enfríen por completo. Para nuestro gusto, las de chocolate estaban bastante más sabrosas que las sencillas.

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Pastel de patata y salmón ahumado

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Pastel de patata y salmón ahumado

Hoy es uno de esos días difíciles en los que no sabes cómo empezar a escribir tu entrada.

Venir y compartir con vosotros una receta y momentos o experiencias que nos inspira lo que cocinamos es siempre un motivo de diversión. El momento de la edición de una entrada puede ser de total inspiración o de verte desamparada cuando te das cuenta que las musas han decidido abandonarte y darle trabajo a alguien que debe estar menos inspirada que tú. ¡Qué casualidad, hombre!

Pero hoy no se trata de eso. 

Con el año nuevo, vida nueva. Yo no soy mujer de hacer propósitos a largo plazo, aunque sobre esto ya he hablado anteriormente, y me dejo llevar sobre la marcha. Pero sin embargo, cuando se trata del año en el que hay que ponerse de rodillas y entregarse en cuerpo y alma a prepararse para una oposición, la cosa cambia … ¡y mucho!

Por eso, mucho me temo que a partir de ahora mis visitas a vuestros blogs y mis paseos por las redes sociales se van a ver muy restringidas, pero es que la responsabilidad es más fuerte que todo esto y me veo en la necesidad de tener que hacerlo. Mi vida social y familiar se vendrá a mínimos, pero aún así, como soy una persona que peca de organizarse muy bien, lo haré de tal manera que pueda dedicar un ratito del fin de semana a mi familia y a mis amistades, porque una, como ser social que es, necesita relacionarse para seguir siendo persona :)

El camino de preparación para una oposición es un camino muy duro. Es una carrera de fondo en la que llevo compitiendo unos años. Hace casi dos que creí ver la luz al final del túnel cuando los resultados que obtuve me hicieron tocar un poquito, tan solo un poquito, el cielo, y estuve a décimas de conseguir una plaza en mi especialidad. Para aquellos que no están muy al tanto de cómo funciona la puntuación en una oposición, creo que es interesante que sepáis que aprobar no lo es todo. Aprobar te ayuda a subir posiciones en una lista y que aumenten tus posibilidades de trabajar como interina. Pero lograr una plaza es el sueño dorado por el que desde ya comienzo a tener pesadillas por la noche, y me temo que las pesadillas me acompañarán por lo menos hasta el mes de julio, que es cuando terminará el proceso :(

A pesar de la pesadumbre de mis palabras, yo seguiré publicando para vosotros todos los lunes. Unas veces publicaré recetas que tengo guardadas en un amplio arsenal que he ido nutriendo desde hace tiempo. Otras veces me colaré para publicar una receta que participa en alguno de los retos en los que estoy involucrada, siempre que mi tiempo me lo permita. Este blog se debe a sus seguidores, y si estáis ahí, es porque os gusta lo que se cuece por esta cocina, y por vosotros seguiré publicando … en la medida de lo posible. 


Pastel de patata y salmón ahumado_3

Cambiando de tercio … ¿os gustan los pasteles salados? En casa nos encantan. A mi particularmente me gustan como plato único para cenar, sin que falte un poquito de verde en formato ensalada. 

Si vosotros sois de los míos, o de los nuestros, os animo a que hagáis este pastel de patata y salmón ahumado. Me encanta el contraste en texturas de este pastel: la cremosidad del relleno con el crujiente de la pasta filo. ¡Una delicia!

Ingredientes
  • 350 gr de patatas
  • 200 gr de salmón ahumado
  • 1 cebolla
  • 2 huevos tamaño "L"
  • 150 gr de queso Philadelphia
  • 70 ml de creme fraîche
  • 7 hojas de pasta filo
  • Aceite de oliva
  • Sal
  • Pimienta recién molida
  • Sésamo para decorar
Elaboración
  1. En una cazuela amplia ponemos agua a cocer. Cuando rompa a hervir, añadimos la sal y las patatas peladas y cortadas por la mitad a lo ancho. Cocemos durante unos 20 minutos o hasta que al pincharlas se desprendan suavemente del pincho. Colamos el agua de la cocción y dejamos enfriar en un escurre verduras. Una vez frías las cortamos en lonchas de medio centímetro de grosor.
  2. Ponemos a calentar una sartén con una cucharada de aceite. Pelamos y picamos la cebolla en juliana, la añadimos a la sartén, la sazonamos y la pochamos a fuego muy, muy suave hasta que que quede con un color ligeramente dorado. Retiramos y reservamos.
  3. Blanqueamos los huevos, añadimos el queso Philadelphia y la creme fraîche, salpimentamos y seguimos batiendo hasta que quede una mezcla suave y homogénea. Reservamos.
  4. Cortamos el salmón ahumado en lonchitas y las reservamos.
  5. Pincelamos la base y las paredes de un molde de cristal tipo Pyrex de 20 centímetros de diámetro (puede ser cualquier otro, incluso desmoldable, pero preferiblemente redondo).
  6. Preparamos las hojas de pasta filo envolviéndolas en un paño de algodón que previamente habremos humedecido, ya que se secan con muchísima facilidad. Ponemos una de las hojas de pasta filo en el molde de tal manera que sobresalga por los bordes. La pincelamos con aceite (también podemos usar mantequilla derretida). A continuación disponemos otra hoja de pasta filo, pero esta vez haciendo que sobresalga por los bordes por los que no sobresalía la anterior, y la pincelamos con aceite. Seguimos el mismo procedimiento hasta terminar con todas las hojas y siempre disponiéndolas de forma que una se cruce con la otra.
  7. Empezamos a montar el pastel y cubrimos la base con la mitad de la patata, repartimos la cebolla confitada, y a continuación el resto de la patata. Repartimos las tiras de salmón ahumado y terminamos vertiendo los huevos batidos.
  8. Cubrimos la tarta con los bordes de pasta filo que sobresalían del molde dando un aspecto descuidado. Humedecemos la superficie del pastel mojándonos la palma de la mano ligeramente y terminamos pincelándola con aceite de oliva. Espolvoreamos sésamo a modo decorativo y horneamos el pastel a 200ºC durante 45 minutos en la parte inferior del horno con calor superior e inferior. Si notamos que la superficie se dora demasiado, cubrimos el pastel con papel de aluminio.
Notas
  • Puesto que la pasta filo se seca con mucha rapidez, es más que recomendable tener todos los ingredientes listos para el montaje una vez que las hojas están dispuestas en el molde.
  • Por las características de la pasta filo, este pastel puede permanecer crujiente hasta dos días después de haber sido cocinado. Si dura más tiempo, no os lo puedo decir ;))

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"Fideuai"

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Fideuai, sí, habéis leído bien. No es que me haya equivocado escribiendo. No es que me haya fallado el autocorrector, que no, que el nombre de esta receta es tal cual la quería bautizar y tal cual se queda per secula seculorum, es decir, hasta el infinito o más allá ;)

Mi fideuai es una fideuá, tal cual. Pero para mi no es una fideuá cualquiera, no. Es la que hace mi madre. El por qué la llamo así, o mejor dicho, el por qué ella la llama así, es el fruto de uno de esos juegos de palabras que surgen porque sí, y que se debe más bien a un desliz a la hora de vocalizar o pronunciar la palabra. De igual manera que hay quien a un taxi lo llama tasis, o dice asín donde quiere decir así, pues mi madre llama a la fideuá, fideuai. ¿No suena divertido? :) 

Hoy es la última entrega de la cita que desde febrero del 2013 Tía Alia Recetas y Cocido de sopa hemos mantenido mensualmente con la pasta. Una cita que muchos de vosotros habéis seguido, y nos lo habéis demostrado, porque me consta que hay quien tiene una marca en el calendario el día 11 de cada mes, aunque sea figurativamente, para visitar nuestros blogs. 

Hoy cerramos la puerta a la pasta, un ingrediente que tanto nos gusta a todos. Estoy muy contenta y muy satisfecha con nuestra proposición porque tanto una como la otra la hemos superado con creces. No solo hemos conocido recetas nuevas, sino también diferentes tipos de pasta y diferentes formas de empleo y presentación. Y una de las cosas más importantes, y que más vidilla le han dado a este reto, es pensar en tu compañera de desafío para sorprenderla con cada una de las proposiciones, porque desde casa era prácticamente seguro que la receta iba a gustar; estaba diseñada para ellos :)

Los finales siempre son tristes, pero para que este no lo sea tanto, ¿qué os parece si os dejo un regalito? ¿Y si el regalito es un recopilatorio con todas las recetas de pasta que han pasado por las cocinas de Tía Alia Recetas y de Cocido de sopa a lo largo de este reto? ¿A que os gusta la idea? Si lo quieres para ti, tan solo tienes que pinchar en el logo, ese logo tan original, bonito y con buen gusto que ha diseñado Carmen. Lo tienes justo debajo de estas palabras para llevártelo. ¡Todo tuyo! … pero con la condición de que nos cocines una de las recetas. ¿Lo harás? ;)

¡Disfrútalo!



Recopilatorio de recetas de pasta


Pero no te olvides de disfrutar de la receta de fideos que nos tiene preparada Carmen. ¿Vamos a verla? ¡Yo lo estoy deseando!  :)

Ingredientes (Para 2 personas)
  • 150 gr de fideos para fideuá
  • 500 ml de caldo de pescado (elaborado con las cabezas y las patas de las gambas y un hueso de rape)
  • 100 gr de gambas arroceras
  • 200 gr de anillas de calamar
  • 1 contramuslo de pollo deshuesado y sin piel
  • 1/2 cebolla pequeña
  • 1/2 pimiento rojo pequeño
  • 1 tomate rallado
  • 1 diente de ajo
  • 1 cda de perejil fresco picado
  • Unas hebras de azafrán
  • Aceite de oliva
  • Sal
Elaboración
  1. Comenzamos preparando el caldo de pescado. Lavamos las gambas, les quitamos las cabezas y las patas y las rehogamos en un poquito de aceite en una cazuela honda. Aplastamos los despojos con una cuchara de madera para exprimir los jugos. Removemos dos minutos e incorporamos el hueso de rape y litro y medio de agua. Llevamos a ebullición y una vez que ha llegado a ese punto bajamos la potencia del fuego y cocemos a fuego suave durante una hora. Colamos y reservamos. 
  2. En una cazuela honda ponemos una cucharada de aceite y pochamos la cebolla y el pimiento picados en brunoise hasta que comiencen a reblandecerse. Añadimos el tomate, removemos y dejamos que reduzca su jugo. Machacamos el diente de ajo con el perejil y lo incorporamos a la cazuela. Removemos y a continuación añadimos el contramuslo de pollo cortado en trozos de tamaño más pequeño que para bocado y lo doramos. Seguimos con las anillas de calamar y las rehogamos un par de minutos.
  3. Añadimos el caldo, que llevaremos a ebullición, y entonces añadiremos la pasta, que coceremos siguiendo las indicaciones del fabricante. El caldo se ha de consumir por completo. Lo normal es que este tipo de fideo esté cocinado en diez minutos.

Cerramos la puerta a nuestro reto de pasta, pero no nos perdáis de vista porque el próximo día 11 de febrero la abriremos a un nuevo reto. Además, la familia crece y no seremos únicamente Carmen y yo quienes son hagamos disfrutar con nuestras recetas.

¡No faltéis a la cita! ;)


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Tortitas de lentejas y arroz

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Tortitas de lentejas y arroz


Lentejas, comida de viejas, si quieres las comes, y si no, las dejas.

Tranquilos, que no vengo en plan sermón dictador. Pero seguramente que estas palabras las habréis escuchado ... ¿cuántas veces de boca de vuestra madre? Yo, unas cuantas, cuando era pequeña porque las lentejas ... ¡como que no! En puré, todavía, pero enteras ... no, y hasta ser una adolescente. Y nada valía decir aquello de "pues las dejo", porque te las ibas a comer igualmente. 

Si en casa tenéis a algún negado de las lentejas, espero que la receta de hoy pueda engatusar a los vuestros, pero de buenas. Llevan su arrocito y otras verduras que quedan muy melositas.

Con esta receta empezamos a dar rienda suelta a una remesa de recetas saladas, a la par que sanas, que nos sirvan para desintoxicar nuestro organismo después de las fiestas navideñas. No es nada motivador pensar en restringir o eliminar ciertos alimentos de nuestra dieta, especialmente esos que más nos gustan. Pero llega un momento en el que tiene que primar la sensatez y hemos de conducirnos por el camino de una dieta más sana y equilibrada. 

¿Os atrevéis con unas tortitas de lentejas y arroz?

Os prometo que están buenísimas.

Ingredientes (Para 4 personas)
  • 150 gramos de lentejas pardina
  • 120 gramos de arroz de grano gordo
  • 2 huevos
  • 1 zanahoria
  • 1 cebolleta pequeña
  • 1 cda de mostaza
  • 2 cdas de pan rallado
  • 1 ramita de perejil fresco
  • unos tallos de cebollino (si no tienes, añade una ramita de perejil más)
  • 6 cucharadas de sésamo
  • 1 puerro
  • 1 hoja de laurel
  • dos dientes de ajo pelados
  • salsa de soja
  • aceite de oliva virgen extra
  • pimienta y sal
Elaboración
  1. Comenzamos limpiando y lavando el puerro y la cebolleta. Pelamos la zanahoria, lavamos la hoja de laurel, el perejil y el cebollino y picamos los dos últimos.
  2. Lavamos las lentejas sobre un colador y las disponemos en una cazuela con agua, el puerro, la hoja de laurel y el diente de ajo pelado. Llevamos a ebullición, y una vez roto el hervor, bajamos la potencia del fuego a una temperatura media-baja, sin romper la cocción, y cocemos durante media hora o hasta que las lentejas estén blanditas. Colamos, retiramos el puerro, el diente de ajo y la hoja del laurel, y reservamos las lentejas.
  3. En otra cazuela ponemos agua con sal y el otro diente de ajo a calentar y cuando rompa a hervir añadimos el arroz. Llevamos a ebullición y cuando rompa a hervir de nuevo, bajamos la temperatura y cocemos durante 18 minutos aproximadamente. Colamos, retiramos el diente de ajo y mezclamos con las lentejas reservadas.
  4. Picamos la cebolleta y la zanahoria en brunoise. Ponemos a calentar a fuego medio-alto dos cucharadas de aceite en una sartén, echamos primero la zanahoria, y tras unos cinco minutos, incorporamos la cebolleta. Salteamos el conjunto hasta que la cebolleta esté tierna. Retiramos de la sartén sobre la mezcla de las lentejas con el arroz.
  5. En un plato batimos los dos huevos, incorporamos la mostaza, removemos, y a continuación el perejil y el cebollino. Salpimentamos y vertemos el conjunto sobre el arroz y las lentejas, añadimos el pan rallado y mezclamos bien.
  6. Ponemos unas cucharadas de aceite a calentar en una sartén antiadherente. Formamos bolitas con la mezcla y las aplastamos con la palma de la mano. Las espolvoreamos con las semillas de sésamo y presionamos un poquito para que se adhieran. 
  7. Freímos las tortitas a fuego moderado durante dos minutos por cada lado, y las retiramos a un plato.
  8. Acompañamos con salsa de soja que cada cual se sirve a su antojo y gusto
Notas
  • Para que las tortitas nos queden con igual forma, podemos utilizar un aro de emplatar, ponerlo en la sartén, una porción de las tortitas y aplastarla con una espátula para que quede bien amalgamada. Retiramos el aro de emplatar, y procedemos de la misma manera con el resto.

Esta receta ha sufrido alguna modificación de la receta publicada en la revista Lecturas Cocina de Invierno número 81.




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Almond crescents { Lunas de almendra }

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Almond crescents_1 

Inaugurando el 2014 en este blog.

Como suele pasar, siempre hay ganas de pasar página en el calendario e iniciar un año nuevo. Siempre que iniciamos una nueva etapa, no pueden faltar las ilusiones; sin ellas, no hay motor que nos mueva. Y sin duda alguna, estando los tiempos como están, se necesitan grandes dosis de ilusión para mirar hacia adelante. Pero sobre todo han de haber intenciones, y buenas. Esperemos que este nuevo año nos colme de salud (¡qué viejuna sueno!) para todos los nuestros. Sin ella, difícilmente podemos ver la vida desde el lado positivo. Pero hay tantas cosas en ella que necesitamos para seguir adelante … ¡Ojalá cuando finalice este año podamos hacer un recuento positivo de todo lo que nos dejó el año!

Pero no pensemos en el final, e inauguremos el 2014 con una receta, como tiene que ser, y nada mejor que con una receta dulce :)

Trabajar con la masa de estos dulces es como un juego de niños. Así lo vi yo por lo fácil que fue trabajar la masa, y lo corroboré en el momento en el que mi hija llegó a la cocina y me dijo entusiasmada: "¡Quiero ayudarte!" Ella ya tiene una edad como para poder hacer alguna que otra receta sencilla en la cocina. Pero fue mostrarle cómo darle forma a la masa que no fue necesario puntualizar nada de nada. Hay que ver lo que está haciendo Masterchef Junior en los niños. Mi hija está entusiasmada y me hace preguntas sobre comida que nunca antes me había hecho. Y yo, feliz y contenta :)

Hacía mucho tiempo que venía con ganas de hacer estas galletitas con forma de lunas crecientes. Lo tenía fácil desde que vi la receta en el libro Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas y panes dulces y salados. Luego se las vi a Paula. Y el detonante fue cuando la auxiliar de inglés que tenemos como compañera este año en el instituto en el que trabajo me habló de ellas como una delicia; forman parte de los dulces típicos de su familia en Navidad. A pesar de ser norteamericana, los orígenes de su familia vuelan hasta Europa, de ahí su costumbre. Y según he podido indagar, son unas galletitas típicas en estas fechas navideñas en Austria, Alemania y Hungría.

Sé que a estas alturas muchos estaréis saturados de comer dulce y de lo que no es dulce, pero estas galletitas son tan ricas, y se me hacen tan ideales como acompañamiento de un café en cualquier momento del año, que entre tú y yo, ¿por qué tiene que ser Navidad para hacerlas y comerlas? Así que siéntete libre de ponerte con ellas cuando te apetezca. Sin duda, yo lo haré porque a todos los que nos las llevamos a la boca nos encantaron. Ese toque a la almendra, esa mantequilla que se deja sentir en su sabor, la vainilla … ¿No las oléis? :)

Si a vosotros también os intriga saber por qué estas galletitas son una delicia, os dejo la receta.


Almond crescents_2 

Ingredientes (Para 30 unidades)
  • 200 gr de harina de trigo
  • 150 gr de mantequilla fría en dados
  • 75 gr de azúcar glas + extra para espolvorear
  • 75 gr de harina de almendra
  • 1 cdta de extracto de vainilla
  • 1 huevo tamaño "L" batido
Elaboración
  1. En un cuenco ponemos la harina de trigo, la harina de almendra, la mantequilla y el azúcar. Frotamos los ingredientes con las yemas de los dedos hasta formar una especie de migas. Poco a poco los ingredientes se irán compactando.
  2. Batimos el huevo, añadimos la cucharadita de extracto y se lo añadimos a los ingredientes secos. Mezclamos y amasamos hasta que de nuevo la masa queda compacta. Si queda muy pegajosa, puede que tengáis que añadir un poco más de harina, como fue mi caso. 
  3. Preparamos un trozo largo de film transparente, le damos a la masa forma de cilindro de unos seis centímetros de diámetro, y lo envolvemos en el film. Guardamos en la nevera durante una hora.
  4. Precalentamos el horno a 160ºC. Preparamos dos bandejas con papel vegetal.
  5. Desenvolvemos la masa y cortamos lonchas de la masa de medio centímetro de grosor. Sobre una superficie le damos forma de rulo, afinando en los extremos para que queden más fino. Curvamos la masa ligeramente, para que tome la forma de las galletas que veis en la foto, y las vamos colocando sobre la bandeja.
  6. Horneamos durante 15 minutos, a media altura, con calor superior e inferior.
  7. Retiramos a una rejilla para que se enfríen y entonces las espolvoreamos con abundante azúcar glas.



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